Ni viejos ni jóvenes

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Nuestro proyecto se propuso enfocarse en el envejecimiento, pero no en las personas definidas por la edad. Entonces nos interesamos en personas que no se veían a sí mismas como viejas ni jóvenes. En la práctica, no sorprende que esto variara considerablemente entre los diferentes sitios de campo, tales como Kampala, donde la gente se puede sentir mayor a los 40 años, o por el contrario, Japón, que tiene una de las expectativas de vida más alta del mundo. En muchos otros sitios de campo, las personas decían que esperaban ser viejas al llegar a los 60, 70, 80, o incluso 90 años, pero se sorprendían al darse cuenta de que sienten continuidad con la juventud. Para ellas, la categoría cultural de la edad ha sido reemplazada por la experiencia de volverse frágil, la cual tampoco disminuye la sensación de continuidad. También hubo una variación considerable respecto de la experiencia de la jubilación. En São Paulo, la gente estaba muy preocupada de tener una continuidad con la identidad que habían desarrollado durante su vida laboral. Mientras, en Dublín, las personas tienden a considerar la jubilación más bien como una oportunidad de empezar de nuevo y moldear una vida nueva con cosas que antes no eran capaces de hacer. En Shanghái, esto puede significar el desarrollo de intereses que no habían tenido la oportunidad de seguir durante la juventud –esto es particularmente cierto para participantes que perdieron su juventud original cuando eran políticamente activos durante la Revolución Cultural (1966-1976).

La forma en que la gente experimenta el envejecimiento varió considerablemente a lo largo de nuestros once sitios de campo. La situación es muy diferente entre Kampala en Uganda y Dublín en Irlanda, por ejemplo. Aquí hay dos videos que ayudan a transmitir algo de esta diversidad.

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